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Jueves, 18 Agosto 2016 20:59

Empresarios olvidan su pasado y se erigen como “salvadores” de Vallarta

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Por Jorge Olmos Contreras

Es lamentable observar en Puerto Vallarta cómo en momentos de crisis surgen falsos redentores, mesías y oportunistas que desde las llamadas “cúpulas” empresariales señalen a otros con dedo flamígero y culpen de todo a los demás, sin voltearse a ver la larga cola que traen arrastrando en el pasado reciente, en cuyo escenario han contribuido –de alguna u otra manera—a la descomposición del entorno social, ya sea porque estuvieron implicados en casos delicados o porque algún familiar directo tenía relación con personajes del crimen organizado y o actividades ilícitas.

La rueda de prensa convocada ayer en el restaurante “La Leche” sirvió para que los “líderes” del sector privado de Puerto Vallarta se desahogaran por los hechos ocurridos la madrugada del lunes 15 de agosto, para decir que Vallarta está de pie (lo que se agradece), que no basta con los 12 millones de pesos que le van a inyectar a la promoción del destino para amortiguar el golpe mediático internacional por el secuestro del hijo del Chapo Guzmán, etc., etc.

Sin embargo, la conferencia de prensa de este grupito formado por Gabriel Igartúa, Jorge Villanueva, Lupita Bayardi, Nacho Cadena y otros, tenía otro objetivo fundamental, muy distinto al de emprender acciones estratégicas para levantar la imagen de Puerto Vallarta. No, su fin era golpear al presidente municipal, Arturo Dávalos, exhibirlo y calificarlo de irresponsable e inconsciente, sólo por un rencor que traen contra el alcalde desde el inicio de la presente administración.

Trataron de mandar un mensaje de unidad, pero terminaron culpando al alcalde de todo –como si Arturo Dávalos fuera el titular de la Seido o el gobernador del Estado--, señalando que el primer edil anda en campaña y hasta les molestó (a Gabriel Igartúa en particular) que llevara puesta una camisa color naranja.

DE CANGREJOS Y OTRAS HIERBAS

Son los clásicos cangrejos mexicanos, que no permiten que otro salga de la cubeta, porque ya lo están jalando otra vez al fondo.

Hace años leí un libro de Héctor Aguilar Camín y subrayé un apartado que me parece queda como anillo al dedo a estos empresarios que suelen responsabilizar a otros de sus propias omisiones y que nunca voltean a verse la cola que traen arrastrando desde hace mucho tiempo

Dice el relato: “Son como esas señoras que van al supermercado y ponen en su carrito filetes, chuletas, costillas ¿cuántas podrían soportar el olor a sangre fresca de los rastros donde se preparan esas carnes? ¿cuántas podrían soportar la mirada melancólica de la vaca a punto de ser sacrificada y presenciar sin desmayarse la escena del puntillazo sobre el animal? ¿y cuántas podrían asistir al destazamiento, al corte de las chuletas etc.? ¿Cuántas de ellas o cuántos de nosotros, ciudadanos carnívoros, seríamos capaces de empuñar el cuchillo del carnicero y matar, destazar, limpiar las vacas necesarias para que haya filete en el supermercado? Si viéramos al matarife ejecutando su labor, la gran mayoría de los que usufructuamos su trabajo, encontraríamos su oficio repugnante, inhumano, siniestro, como en efecto lo es. Pero sin ese repugnante oficio de matar y destazar vacas, no habría los limpísimos trozos de carne para uso de los limpísimos ciudadanos que aborrecen el proceso, pero aman el resultado”.

Son exactamente igual, odian el proceso de lo que sucede en Puerto Vallarta en materia de delincuencia organizada, pero aman el resultado, y lo que es peor, muchas veces se involucran directa o indirectamente en este escenario.

LA FAMILIA DE IGARTÚA

Por ejemplo, Gabriel Igartúa Sánchez, tiene un hermano, Jou Igartúa, que está casado con la hija de un conocido delincuente –asesinado a principios de la década de los 90 aquí en Puerto Vallarta— que traficó grandes cantidades de cocaína a los Estados Unidos y que incluso estuvo preso por el delito de narcotráfico en la Unión Americana.

Gabriel nunca dijo nada porque el suegro de su hermano menor estaba relacionado con el mundo del narcotráfico. Era cuando reinaba el Cártel de Guadalajara, que después se hizo del Pacífico y que dependían directamente del de Sinaloa.

Por cierto, Jou Igartúa encontraba en su suegro a su mejor proveedor de marihuana.

Pero como es su hermano, Gabriel Igartúa prefiere culpar al alcalde de todos los males de Puerto Vallarta y no mirar la viga en el ojo de su familia.

LOS AÑOS MOZOS DEL DR VILLANUEVA

Luego está nuestro querido amigo Jorge Villanueva Hernández, quien seguramente está muy preocupado por lo que pasa en Puerto Vallarta, sobre todo porque él sabe perfectamente cómo operan los grupos, ya que aprendió muy bien en la “escuela” de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), donde logró convivir con todo tipo de escolapios y fósiles que después se hicieron pistoleros del crimen organizado.

¿O qué? ¿Ya se le olvidó a Jorge que el grupo de fegistas con los que se juntaba trabajaba directamente con Carlos García Morales, mejor conocido en la década de los 70 como “El Pelacuas”?

En los años 70s –para que conozca usted un poco del contexto-- El Pelacuas hizo lo que quiso para controlar la Federación de Estudiantes de Guadalajara: Extorsión, secuestro, homicidio, vandalismo, guerrilla urbana, todo está registrado en expedientes. Fue acusado de cinco homicidios, pero se cree que cometió muchos más. Se dice que también secuestró a la vedette Olga Breeskin.

Fue acribillado de 13 balazos en abril del 2012, cuando regresaba del Reclusorio Sur en donde acudió a litigar. Conducía un automóvil Century Limited negro, último modelo. Iba acompañado por cuatro personas: su secretaria, un guardaespaldas, un socio abogado y su veterinario, ya que tenía como mascota a un jaguar negro.

Pues bien, este tipo de amistades es la que tenía Jorge Villanueva. En esa época, el ahora respetado doctor Villanueva, en una parranda que traía con un grupo de estudiantes de la FEG, cerca de la Minerva, le mordió un pecho a una jovencita, casi le arrancó un pedazo de carne, en un caso que fue registrado por diarios de Guadalajara y que conmovió a parte de la sociedad tapatía.

Cosas del destino, muchos años después, a Jorge le detectaron cáncer en una parte íntima del cuerpo. Como para que no se nos olvide que todo se paga en esta vida.

Sin embargo, hoy se erige en otro mesías de Puerto Vallarta, con la suficiente calidad moral según él, para ir en grupo a denostar al prójimo.

LA EX SEÑORA DE BEJOS

En esta cofradía de empresarios “illuminatis”, también resalta Guadalupe Bayardi, la ex señora de Bejos, la eterna “restaurantera” (aunque hoy no tenga ningún negocio) que fue la mayor mujer alcahueta de lo que sucedía intramuros de los restaurantes “Mogambo”, “Il Mangiare” y el antro “Kalhúa” en la década de los 90s, donde su entonces marido metió cientos de gramos de polvo blanco para su placer y el placer de los invitados.

Todos sabían que Pepe Bejos tenía esos gustos que sólo tienen los narcos de alto poder. Y que para satisfacer su apetito era uno de los mejores compradores de Los Hermanos Alcaraz, al grado de que una carpeta de información confidencial de la PGR, salió a relucir su amigo Bernardo Aceves como el que contactaba a personajes del clan de Ixtapa para la compra venta de sustancias adictivas.

Lupita Bayardi formó parte importante de las fiestas de su marido y conoció perfectamente a todo tipo de personajes con los que hacían vida social --cualquier día se los podemos recordar--, pero ahora se sienta cómodamente en una silla de “La Leche” para poner cara seria y preocupada por lo que pasa en Puerto Vallarta.

EL CUÑADO DE NACHO

Y qué decir de Nacho Cadena Berau –el dueño de La Leche--, quien disfrutó las mieles del poder que representaba ser cuñado del famoso banquero Arcadio Valenzuela Valenzuela, aquél dueño del desaparecido Banpaís, que fue señalado de lavar cientos de miles de dólares para el Cártel de Guadalajara en la década de los 80s.

Nacho, también era amigo de los Cordero Satuffer, aquellos empresarios que se vieron envueltos en el caso Caro Quintero y que poseían el hotel Fiesta Americana y una agencia automotriz Ford Américas en Guadalajara.

¿TÚ TAMBIÉN FER?

Otro que se ha visto involucrado en casos donde sale a relucir la delincuencia organizada, es el empresario Fernando González Corona, quien no ha hecho mucha bola con Villanueva, Igartúa y Bayardi, pero que pertenece al sector.

Fernando González Corona nunca supo explicar cómo es que los pistoleros de los Arellano Félix se hospedaron en su hotel Villas del Mar –antes de aquél famoso atentado en contra de Los Arellano Félix en la disco Christine, perpetuado, por cierto, por Héctor “El Güero” Palma y Joaquín “El Chapo” Guzmán— con todo y armas largas, cortas y autos de lujo.

Hay más casos y relatos de cómo los empresarios de Vallarta (ya no se diga los de Guadalajara) han convivido con personajes de la delincuencia organizada; cómo cohabitan con ellos, cómo han permitido que sus propios hijos vayan a los mismos colegios y hagan amistades con aquéllos, etc., etc.

¡Ah! Pero hoy, estos empresarios no voltean a verse la cola, sólo opinan, señalan, culpan y hasta se quejan de que ¡ay! El alcalde anda en campaña, sin fundamentar sus dichos, con lo que sólo provocan más división y hacen que Puerto Vallarta se vea como una ciudad donde no hay unión entre los sectores, lo que nos hace más vulnerables a hechos como los del lunes pasado.

Si nos regresamos al relato del escritor Héctor Aguilar Camín, en efecto, estos empresarios aborrecen el proceso, pero aman el resultado.

 

 

 

 

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