La notificación se la hicieron llegar ayer desde la Oficialía Mayor Administrativa, pero esta mujer –que se siente protegida por una regidora y un columnista ladrón--, en un plan irreverente, se negó a recibir el oficio donde le informan que dejó de ser la Coordinadora de Relaciones Públicas y que en adelante estaría bajo las órdenes de la Dirección de Turismo, atendiendo un módulo del Ayuntamiento en la terminal aérea.
Ante tal anuncio, la señorita Madero entró en cólera al saber que sería sacada del Palacio Municipal, casi, casi echada, y comenzó a hacer llamadas para llorarle a todo el que la quisiera escuchar; que era injusto lo que le hacían; que no se valía; que la estaban grillando etc.
Incluso, se atrevió a señalar a la Directora de Comunicación Social, Silvia Álvarez, de ser la responsable de su desgracia política, cuando todos saben al interior del gobierno municipal, que esta muchacha no trabaja, que sólo usa el cargo público para pavonearse y para presumir que en el Ayuntamiento nadie, pero absolutamente nadie –ni siquiera el presidente municipal—le puede decir nada, ni darle órdenes; que su verdadero jefe está en Guadalajara, así de impertinente.
La realidad es que ella descuidó el puesto, no llegaba a trabajar temprano; se iba a programas de radio en horas de trabajo sólo para hablar mal del gobierno y de algunos directores, por lo que, como lo anticipamos en esta misma columna, su caída era inminente.
Y no sólo eso, sino que en términos políticos también se convirtió en la informante de algunos columnistas que trabajan directamente con el diputado federal, Luis Munguía. En otras palabras, estaba jugando chueco, estaba traicionando al equipo donde trabaja, pues conspiraba todo el tiempo contra el propio alcalde Arturo Dávalos Peña.
Al relegarla a un puesto de tercer nivel, y al alejarla del Palacio Municipal, el equipo del alcalde está enviado un mensaje claro de que no se van a tolerar a funcionarios comodinos, holgazanes, cínicos, que cobran con una mano y con la otra apuñalan al proyecto de gobierno.
El caso de Melissa Madero debe servir de ejemplo para otros que juegan el mismo juego de la traición y la deslealtad, y que a veces son impulsados por falsas quimeras, o por espejismos tontos de poder, que los orillan a cavar sus propias tumbas políticas.
La mujer es joven, ojalá y reflexione y se ponga a trabajar, la pongan donde la pongan.
Sin embargo, sabemos que otros y otras patalearon, como la regidora Susana Rodríguez, quien se tomó como personal este movimiento lógico y justificado en el Ayuntamiento, por lo que buscó desesperadamente al alcalde, Arturo Dávalos, dizque para que le diera una explicación del por qué había movido a Melissa Madero de Relaciones Públicas; qué cómo se atrevía pues.
Con el mismo tono irreverente y soberbio, Susana Rodríguez pretende doblegar al alcalde, darle órdenes y exigirle que no mueva a Melissa Madero de su lugar. De hecho, se la pasaron todo el día haciendo llamadas a Guadalajara para tratar de salvar el pellejo de Melissa.
Pretenden –en sus ínfulas estultas de poder-- que Enrique Alfaro, Hugo Luna, Enrique Ibarra o Memo Medrano, le llamen a Arturo Dávalos para salvar a una mujer holgazana, floja, que no aporta nada al Ayuntamiento, salvo la intriga, la insidia y la cizaña, entre sus propios compañeros.
Cuando te caes, te debes de levantar dicen, y para Melissa Madero es buen momento para aprender y entender que en política los amigos son de mentiras y que los enemigos, son verdaderos.
