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Domingo, 26 Febrero 2017 07:59

La vida pública y la vida privada de los políticos, el caso Enrique Alfaro

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Por Jorge Olmos Contreras

Luego de unas fotografías que circularon en redes sociales, donde se puede ver al presidente municipal de Guadalajara, Enrique Alfaro Ramírez con una mujer, a la que besa en la boca, el mismo líder moral del Movimiento Ciudadano (MC) en Jalisco, salió a dar la cara y fijó su postura en su cuenta de twitter, en donde reconoció que hace más de un año se encuentra separado de su esposa, Lorena Martínez, quien además es la presidenta del DIF en la Perla Tapatía.

Enrique Alfaro expresó su molestia porque la difusión de esas fotografías –según su opinión—es una intromisión a su vida privada, pero aprovechó para exponer lo siguiente:

“Nunca he mezclado mis asuntos personales con mi actividad pública. Creo que en la política hay un límite que debe respetarse. Que los temas de índole privado no deben usarse con fines políticos. Pero hay quienes no lo ven así y por ambiciones políticas están dispuestos a ofender, denostar y lastimar a quienes nos rodean.

Por eso hoy quiero hacer público un asunto personal para proteger y cuidar lo más importante de mi vida: mis hijas.

OFICIAL, LA SEPARACIÓN CON SU ESPOSA

Hace poco más de un año, Lorena y yo estamos separados. Ella es una mujer extraordinaria y la mejor madre que mis hijas podrían tener. La vida te cobra facturas y llegamos a un punto en el que no había condiciones para seguir juntos. Así de duro, pero así de simple.

Hemos asumido juntos y de por vida la más honrosa responsabilidad que tenemos: cuidar, querer y educar a nuestras hijas.

Independientemente de nuestra situación personal, Lorena decidió cumplir con su responsabilidad con la ciudad y los tapatíos. Por eso es y seguirá siendo la presidenta del DIF. Desde ahí, ha realizado un trabajo histórico que le ha cambiado la vida a miles de personas.

Ojalá todos los irresponsables, los sin escrúpulos, se den cuenta de que su mezquindad le hace daño a las personas que quiero. Que les quede claro: yo no tengo nada que ocultar ni de qué avergonzarme.

En mi vida profesional, como alcalde de Guadalajara, trabajo duro e incansablemente para cumplir mi responsabilidad y mi compromiso con los tapatíos. Pero como individuo, como persona, como ser humano, al igual que ustedes, intento vivir mi vida lo mejor posible.

PIDE RESPETO

Ésta será la última vez que hablo de este tema. A nadie nos gusta que nuestros asuntos personales se hagan del dominio público y menos que se usen con dolo. Espero que quienes me siguen en las redes, y en este proyecto, comprendan mis razones y las respeten”.

Hasta ahí el escrito de Enrique Alfaro, quien no esconde su profundo malestar por la revelación de estas fotografías que ya las han visto cientos de miles de personas en diferentes plataformas del Internet.

EL HOMBRE PÚBLICO

Enrique Alfaro está en todo su derecho de defender su vida privada y de proteger lo que más quiere, que son sus hijas, pero en el terreno político no puede pedir ni exigir que respeten sus razones, toda vez que él es un hombre público, es el personaje sobre el que están enfocados todos los reflectores –es ni más ni menos que el aspirante puntero en las encuestas para la gubernatura de Jalisco—y eso no lo puede evitar.

La separación conyugal ya era un secreto a voces, pero no lo había informado en forma oficial como lo hizo ayer en su cuenta de twitter. Esperó demasiado tiempo y siempre corría el riesgo de que alguna cámara, profesional o de celular, le tomara algunas gráficas comprometedoras, como las que se difundieron ayer.

Enrique Alfaro tiene que entender que es eso, un hombre público que no se puede dar el lujo de exhibirse con una mujer, por respeto a su ex pareja, por respeto a sus hijas y por respeto a su proyecto político y a los miles de seguidores que tiene.

DAÑOS COLATERALES

Si alguien falló, fue el propio Enrique Alfaro. Sus cuidadores de imagen y sus asesores también, al no advertirle de un escándalo de este tipo.

El daño ya se infligió y traerá repercusiones en el corto plazo, sobre todo porque se va a enfrentar a una sociedad extremadamente conservadora como la tapatía que, pondera la familia por sobre todas las cosas.

Los daños colaterales seguramente surgirán esta semana y es probable que el mismo Enrique Alfaro tome decisiones, personales y políticas, para evaluar sus costos. La crisis interna podría afectar severamente a su primer equipo, tan sólo por un desliz.

Pero el primero que debe cambiar es el propio Alfaro, no puede seguir culpando a los medios o a los “intereses mezquinos” por una acción estrictamente personal.

A lo único que le pueden apostar en este momento, es a que pase el vendaval y seguir muy de cerca los números de las encuestas, para ver si el beso francés fue extremadamente costoso en términos políticos (porque del costo moral ni hablar) o si fue un simple infiernito como los que suelen prender las revistas del corazón.

UN POLITICO NO TIENE VIDA PRIVADA

Como reflexión, y aprovechando la coyuntura, les comparto un pasaje que escribió el desaparecido periodista Julio Scherer sobre la vida privada de los políticos y que plasmó a la perfección en su libro “Estos años”, publicado en 1995 por editorial Océano:

“En el hombre público se funde el hombre privado y el hombre privado se encuentra en el hombre público. El periodista observa la vida privada de los hombres públicos y se entromete en su trabajo, asiste como puede a las reuniones a puerta cerrada y se hace de documentos reservados: el periodista escucha lo que no debe escuchar y mira lo que no debe mirar en la búsqueda afanosa de los datos y signos que informen a la sociedad de lo que ocurre en las esferas del poder.

A los políticos les hiere esta realidad, pero la asumen. Destapados, lanzados a la lucha abierta, se exhiben a los ojos de todos, muestran las vidas de sus hijos en la escuela y en la universidad, la vida de su esposa en el hogar y fuera del hogar, hablan del futuro de la familia y detallan los sueños comunes. Tienen conciencia del valor de la intimidad y saben que no habría periodista en su sano juicio que se atreviera a tocar este santuario.

Me parece que no hay alevosía en el periodismo que fotografió desnudas a Jacqueline Kennedy y a la princesa Diana, pero ése también es nuestro oficio. Hombres y mujeres con ascendencia en su tiempo, atraídas multitudes por su personalidad deslumbrante, son dueños de una influencia decisiva sobre millones de personas y han de atenerse a reglas tácitas o vivir expuestos a violentas contrariedades. Si una mujer como Jacqueline, que dictó la moda a la élite de la mitad del mundo, quiere broncearse en el jardín de su casa, que se tienda en bikini o se atenga al riesgo de la fotografía a gran distancia. Un político no tiene vida privada, una estrella del espectáculo, tampoco. No hay celebridad que pueda moverse con la ilusión del ejercicio tranquilo de su libertad.

Cómo olvidar que a partir de las 12:30 horas del 22 de noviembre de 1963, viuda ante el mundo, la vida de Jacqueline fue escrudiñada sin dejar un segundo fuera de la historia. De ella se sabe todo, como todo se sabe de John F. Kennedy. Es el destino de los personajes. Apenas hay refugio en las alturas”.

¿Lo entenderá esto Enrique Alfaro?... ¿O va a esperar a que la vida le cobre la factura?

 

 

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