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Viernes, 09 Agosto 2013 16:04

“El Güero Cevichero” toda una institución en las calles de Vallarta

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Por Julia Baumgarten

José Isabel Gómez Flores, nació gemelo de Sacarías que solo vivió ocho días En el rancho Las Lomas,  municipio de Tomatlán, Jalisco. Su madre María Isabel Flores, se dedicó a criar 12 hijos, con maíz, frijol, atoles, y mucha fruta, el rancho lleno de agua, tenía buenas tierras de cultivo, por eso su padre se dedicó a la siembra además del frijol y del maíz, sembró Jamaica, pepinos, sandías, melones, jitomates y variedad de hierbas de olor que igual servían para condimentar la comida como para aliviar algunas enfermedades.

Su padre, Don José Refugio Gómez, era muy trabajador, en su familia no se padecía hambre, pero si de educación, lo que tenía a la familia sumida en la pobreza, pues Don José podía sembrar gracias que Don Ambrosio Santana, uno de los caciques de la región y que era el tendero más grandes del Viejo Santiago, el pueblo más cercano al rancho La Loma, abastecía las necesidades de la familia y  mercancía para la siembra, este cacique, abastecía es decir refaccionaba a Don José, por “manteca y Maíz al tiempo”. El papá del “cuatillo” como le decían al güero cevichero en su rancho, también engordaba puercos y Don Ambrosio mañosamente dadivoso le daba todo lo que Don José necesitara, pues al final, sabía que se quedaría con todo ya que Don José no sabia hacer cuentas, no sabía leer y creía en las cuentas que la esposa del cacique le presentaba y siempre las cuentas salina a favor de Don Ambrosio. Don José cada temporada regresaba a su rancho con una nueva deuda que se hacía infinita. Era una forma de vivir muy desigual y ventajosa, pero en esos tiempos así se usaba.

“El cuatillo” chiquillo pero bien criado, estaba lleno de energía y a su corta edad ya se daba cuenta del robo que la mujer de Don Ambrosio cometía con su papá y quería ayudar, por eso insistió en ir a la escuela, así que a mucho insistir, el rancho Las Lomas, organizó una escuela rural por cooperación que atendía un solo maestro, Isaac Contreras, bien recordado en el rancho, y en ella el cuatillo aprendió a leer y a escribir. Pronto el maestro se dio cuenta de lo listo que era este chiquillo así que habló con los padres y lo mandaron a una escuela primaria formal a Santiago, el pueblo de  la región, el maestro Francisco Langaríca desarrollo una gran estimación por el joven chabelo   que le enseñó más que a los otros niños.

Preocupado por las finanzas de su padre, un hombre cerrado a la razón, que no sabia leer y poco escribir, chabelo con 12 ya se hacia cargo de los negocios de su padre, y de la engorda de puercos, así que cuando llegó la fecha de recoger la cosecha, chabelo Gómez “el cuatillo” en su rancho y para nosotros el güero cevichero, estaba listo para hacer las cuentas y atender el pesaje de los puercos, la esposa de Don Ambrosio hizo la suyas y chabelo las suyas, la mujer le dijo al chiquillo que las cuentas de ellas eran las que estaban bien pero el cuatillo no se dejó y le hizo la  suma de la cosecha y luego la resta de los víveres y cosas que su tienda les dio, luego le dio el pesaje de las toneladas de maíz y de frijol y luego los kilos de la fruta, después le multiplicó todo y salió la diferencia, la mujer estaba asombrada del temple del chiquillo pero insistió en sus cuentas, así que chabelo mando llamar a su maestro ya enterado de la situación, revisó las dos cuentas y así se supo en todo el rancho cuantos les robaba Don Ambrosio el de la tienda del Viejo Santiago.

Pasó el tiempo, la familia crecía sana pero la situación no cambiaba, había que pelear con los dueños del dinero que seguían quedándose con la mejor parte, acabando con la energía de los hombres de toda la ranchería que se mataban para entregar sus cosechas al final de la temporada.

Murió el primogénito ya había muerto el gemelo de chabelo, así que todos los demás hijos insistieron en irse del rancho, querían ir a Vallarta. Con la presión de chabelo y toda la familia y al ver que los dueños del dinero se quedaban con todo su trabajo y esfuerzo, decidió dejar el rancho encargó sus tierras con sus hermanos, pagó sus deudas, vendió sus animales y  emprendió el viaje de su vida. Cargó las remudas con frijol, café y maíz además de un atado de cobijas, salieron muy de mañana un 19 de marzo de 1963 caminando y felices de dejar el rancho, caminaban una jornada completa, cazaban la comida y luego acampaban en el camino, al cuarto día llegaron a Mismaloya, el 22 de marzo del mismo año acamparon en la playa y enmudecieron al ver el mar , retozaron felices en esa agua salada y viva; el 23 de marzo el quinto día de su viaje de madrugada salieron en panga rumbo a los arcos, a Vallarta.

El chiquillero divisaba algo blanco en el horizonte, impactada la familia del mar y de aquella visión blanca que no sabían lo que era y poco a poco al acercarse emocionados  se dieron cuenta que eran casas, era el pueblo de Vallarta que colgaba de los cerros.

Desembarcaron en la playa de los Muertos, en donde no había muelle pero si muchos pescadores. Vicente Mantecón en su carretón les dio el servicio de taxi a la casa de unos parientes en la calle Lázaro Cárdenas, que según recuerda era un breñal con pocas casas a las que se llegaba por veredas espinosas. La familia se acomoda.

Chabelo ya con 21 años, iniciado en los trabajos pesados de campo desde temprana edad, y lleno de energía, luego, luego hace amigos y se entera que en Bucerías hay trabajo y al los dos días, toma “la corrida de medina”, un camión destapado con asientos de tablas, una aventura era llegar a Bucerias, no había puentes en ninguno de los ríos y en el más grande, en el Ameca, todos se bajaban y remudas jalaban el camión hasta la otra orilla.

Por fin llegó chabelo con su machete a Bucerías, no esperó mucho, al ratito de estar caminando por la playa, unos hombres le preguntan si buscaba trabajo, si dijo chabelo y

Fue contratado para  machetear todo el granjeno de la playa desde donde empieza el  caserío hasta la desembocadura del río, dos meses le duro el trabajo y el disfrute de esa inmensa playa, regresó a Vallarta. En esos tiempos 1963 se construían hotelitos y entonces se construía el hotel El Dorado, un lunes, chabelo se paró junto con los albañiles de la obra y el” maistro de obra” gritaba los nombres de los contratados para entrar a la construcción, cuando nombraron a cruz quintero, nadie contestó, el maistro volvió a gritar ¡cruz quintero! Entonces el güero contestó ¡presente! Le dieron el trabajo, lunes martes y miércoles, cuando cruz quintero apareció, el encargado de la obra se da cuenta de la trampa, pero le cae bien el güerito y le da una carta de recomendación para otra obra que se hacia por la calle naranjo en la Emiliano Zapata. Su maestro de obra fue el famoso “Bofo” quien le dio el trabajo, y construyeron las primeras casas de gringos en el cerro, lo que ahora se conoce como “El Gringo Goulch” por la calle Cuahutémoc y Miramar. El güero trabaja con los mejores constructores, el Ingeniero Luis Favela y Guillermo Gulf, vive la vida loca, el sueño hecho realidad, se convierte en albañil y luego en maestro de obra, aprende con los mejores y hasta bebe con ellos, se junta con ellos, es su maestro de obra, ganaban $180 pesos la semana cuando en su rancho ganaba $7.50 el día de sol a sol, es mucha la diferencia y ello sabe, ha caminado mucho, está en las negociaciones con los gringos para tomar nota de los materiales y detalles que llevará la gran casa, siempre diseñada con un estilo propio ya fuera favela, Gulf o Fredy Romero, “otro grande del estilo Vallarta”.

Sus hermanas socorro y paula encuentran trabajo en el popular hotel rosita y el padre de gran bigote que había llegado con calzón de manta, ceñidor y huaraches de horqueta de tres puntas ahora usaba zapatos con calcetines y pantalón largo, el cambio de la familia fue grande. En aquellos tiempos se realizaban peleas de box en el cine Morelos y el cuatillo, que empezaba a conocerse como “el güero” asistía a las peleas y se emocionaba, su carácter era fuerte y aunque no era peleador, si lo buscaban, le entraba al pleito  y a más de uno descontó en peleas de cantina, sus amigos lo sabían y por eso lo animaban a ir al  box hasta que se animó a pelear y entrenó una temporada y salió al ring, en su primera pelea gano $ 500 pesos, eso le gustó mucho, el brinco de $180 x semana como maestro albañil a $ 500 pesos x pelea era una gran diferencia, peleo y gano unas 6 peleas y perdió otras tantas, ganaba dinero, conocía gringos y gringas, asistía a fiestas en las mansiones, su familia estaba bien pero algo le faltaba.

 

HASTA QUE LA MUSICA LE LLEGÓ

 

Un día estaba en el billar de Don Cristóbal Ruelas, hablando del box con sus amigos y escucho a Manolete desde una bocina que solicitaban elementos que supieran tocar algún instrumento para conformar la banda de música municipal, eso le llamó la atención, en su rancho había organizado un mariachi con 4 elementos, 2 violines, 1 vhuela y 1 guitarrón, la inscripción era en la ETI #49, el deseo de vino del alma, se apuntó como 150 más y aunque era lírico, le sabía al violín y a la vihuela, y con la enseñanza del maestro Juan Cruz Uribe, estudiaron música por nota más de un año, hasta que el 20 de noviembre de 1965, se estrena la banda en el desfile revolucionario con 27 elementos con el uniforme de la ETI #49 todos con instrumentos musicales, el güero aprendió el clarinete, siendo gobernador Flavio Romero de Velazco quien donó los instrumentos y presidente Oscar Rosales; el güero tenia dos oficios, albañil y músico. En 1968 tocando en la banda, que no le pagaban nada de dinero pero si debía responde a los llamados, es que tuvo problemas con su otro oficio, albañil, el encargado de obra, un día le pidió al güero que se decidiera por un trabajo, ya no le daría permisos para faltar, en eso el güero se da cuenta que su director de la banda municipal, Juan Cruz Uribe, si cobraba el sueldo de todos, de los 27 elementos de la banda municipal y a nadie le repartía ni un cinco, pero todos vieron como su maestro se construyó una casa de colado y compro varios pianos con los que daba clases particulares de música en su casa. Lo denunciaron ante el cabildo, al ayuntamiento despidió a Juan Cruz Uribe uy dejó al güero de encargado de la banda por los próximos 3 años, siendo a hora si, banda de música municipal, fue entonces cuando llegó el maestro José Espinoza Trujillo a hacerse cargo oficialmente de la banda municipal de música, quedando el güero como un elemento más de la banda, seguía siendo albañil hasta que cansado de no ganar dinero y ya con familia que mantener, le anunció al maestro Espinoza Trujillo que saldría de la banda, las cosas empezaba a cambiar Vallarta se estaba convirtiendo en ciudad. Por radio el güero se enteró de la matanza de Tlatelolco, la ciudad era tan lejos que solo eran noticias, no había carreteras, solo caminos de grava, no había puentes, eran solo noticias de  un mundo lejano. Espinoza Trujillo le preguntó que más sabía hacer, albañil ya, músico ya, desmotador de breña ya, tal vez vender tacos en la playa dijo el güero, en mi casa tienen buen sazón y que tal si haces ceviche le dijo Espinoza, su maestro de banda, ¿ceviche? Dijo el güero, cálale le dijo José Espinoza y entonces el güero se paró frente al espejo y comenzó a ensayar su grito de guerra ¡!!Ceeeviiicheee!!! Ceevichee!!! Ceeeevicheeeee, esa noche el güero hizo cuentas y muy tempranito se levantó y sin el consentimiento de su mujer, Martha Madrigal pero si con su apoyo en la cocina el güero hizo su primera olla de ceviche, confiesa haberlo hecho “ a sentimiento” no preguntó como se hacia pero el se fue a la calle  a ensayar sus  gritos de  ventas, cuando regresó a su casa y contó su dinero, se dio cuenta que había sacado la inversión y había ganado 3 veces más de lo esperado.

El domingo 26 de octubre de 1968 comenzó su carrera de cevichero. Este año, el güero cumplió 44 años de vender  el mejor ceviche callejero de Vallarta y 71 años de vida. Si usted se encuentra al güero cevichero por las calles, lo sabrá por la pulcritud en su atuendo y en las telas con las que cubre su ceviche, no dude en probar este manjar…”EL GÜERO CEVICHERO, ES UNA MARCA VALLARTENSE. Y NOS INVITA  a sentarnos debajo de un árbol en Avenida Manantial ·381 en la colonia Buenos Aires a degustar ricas tostadas de ceviche, camarón, pulpo, calamar y cueritos…Y escuchar las canciones que José Isabel Gómez flores, el cuatillo de las Lomas y güero cevichero le ha compuesto a Vallarta…!!Cevichee!!

 

 

 

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