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Domingo, 29 Marzo 2015 03:52

Se rompe el Cártel de Sinaloa Destacado

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Los tres sicarios de “Los Dámaso”, detenidos la noche del 11 de marzo por la Secretaría de Marina, pretendían levantar a pistoleros de “El Compadrón”. Llegaron en barco a reforzar las actividades criminales de Luis Antonio Montoya Beltrán “El Artista” o “Don Carlos” por el control de la plaza del narcomenudeo en La Paz.



La noche del enfrentamiento armando entre células criminales del capo Dámaso López Núñez “El Licenciado” y de su hijo Dámaso López Serrano “El Mini Licenciado” y efectivos de la Secretaría de Marina, los sicarios iban en dirección a la terminal marítima de Pichilingue a escasos 15 kilómetros al sureste de la capital del estado, y planeaban levantar a un grupo de pistoleros que –según el testimonio de uno de los detenidos— estaban por llegar a bordo del barco “California Star”, quienes fueron contratados en Sinaloa y venían a reforzar las actividades criminales del grupo de “El Compadrón”, dirigido y comandando por el sucesor y actual jefe de la plaza del narcomenudeo de la zona norte de la capital del estado, Luis Antonio Montoya Beltrán “El Artista” o “Don Carlos”.

Los efectivos de las fuerzas armadas patrullaban el malecón costero la noche del pasado 11 de marzo –tras un acuerdo del Grupo de Coordinación de Seguridad Pública—, cuando repentinamente se toparon de frente con los pistoleros, y alcanzaron a observar que en el interior de su vehículo llevaban consigo armas largas.

Tras seguir su camino los militares dieron vuelta de inmediato en U y aceleraron el paso, marcando el alto a la camioneta pick up de color blanco, línea Colorado, marca Chevrolet y con placas de circulación CE-88-459, por lo que el chofer y sus tres acompañantes emprendieron de inmediato la veloz huida.

Los sicarios aceleraron y doblaron hacia el lado derecho y subieron una cuadra y después se devolvieron hacia el malecón costero alrededor de las 10 con 45 minutos de la noche. Muy cerca de ellos iba la unidad de la Secretaría de Marina, rumbo a la zona urbana de La Paz.

En la persecución, luego de casi ser alcanzados a la altura del Hotel Pekín, localizado en el malecón costero entre las calles de José María Morelos y Guadalupe Victoria, los sicarios abrieron fuego en contra de las fuerzas armadas, pegando dos tiros en la ventana frontal del vehículo oficial, y posteriormente, aventaron una granada de fragmentación que no detonó para su buena fortuna.

El intento de alcance se tornó más peligroso, porque a la altura del Hotel Perla, ubicado en plena zona dorada de las calles 16 de septiembre y Agustín Arriola, los pistoleros volvieron a lanzar una segunda granada en contra de sus persecutores, quienes seguían detrás de la unidad de los criminales y solicitaron entonces el apoyo de todas las fuerzas de seguridad.

La peligrosa persecución de los sicarios, quienes iban a toda velocidad, siguió por la calle Allende y después por la avenida Aquiles Serdán, y donde finalmente tuvieron que detener su loca huida porque la calle ubicada entre Antonio Navarro y Avenida 5 de febrero en la colonia Pueblo Nuevo, fue bloqueada por los tres órdenes de gobierno.

Los pistoleros prácticamente quedaron encajonados, y a bordo de su unidad, y a quienes se les ordenó bajaran de la camioneta con las manos en la cabeza, y sin hacer ningún movimiento sospechoso.

Sin embargo, después de unos minutos los sicarios bajaron corriendo, y disparado en contra de las fuerzas armadas, por lo que de inmediato, repelieron la agresión.
En la refriega, el primero logró meterse entre las casas aledañas, dos más cayeron heridos, y el cuarto tripulante de la unidad, se rindió.

Los militares de inmediato comenzaron a desalojar a todos los vecinos a esa hora de la noche y empezaron a buscar al único fugitivo.

Los vecinos salieron en pijama y tapándose con sabanas y cobijas, en tanto, los efectivos de los tres órdenes de gobierno, brincaban techos y patios en la búsqueda del pistolero fugado, y logró escabullirse.
Los sicarios
En la escena del enfrentamiento, quedaron heridos, los siguientes pistoleros.

1.- Jesús Ernesto López Zatarain “El Yuca”, de 27 años y originario de Mazatlán, Sinaloa y quien presentó 3 impactos de bala, 2 de ellas en el muslo izquierdo con entrada y sin salida de bala y una más en el pie izquierdo con entrada y sin salida.

2.- Joel Valenzuela Medina “El Joelillo”, de 36 años y originario de Culiacán, Sinaloa y quien presentó una herida de bala en el pie izquierdo con entrada y sin salida.

Los dos sicarios fueron levantados por paramédicos de la Cruz Roja, trasladados y escoltados al hospital general “Juan María de Salvatierra” para su atención médica, quienes quedaron a disposición del Agente del Ministerio Público de la Federación de la Procuraduría General de la República (PGR).

El tercer detenido, y quien se rindió, responde al nombre de Enrique González Guerrero, y es originario del Distrito Federal. En la escena del crimen, los tres órdenes de gobierno incautaron lo siguiente:

1.- 2 fusiles de asalto, un rifle AK-47 y un rifle R-15.
2.- 7 cargadores útiles.
3.- 3 pistolas calibre 9 milímetros.
4.- 3 cargadores de pistola 9 milímetros.
5.- 1 camioneta pick up, color blanco, cuatro puertas, línea Colorado, marca Chevrolet, y con placas de circulación CE-88-459.
6.- 2 granadas de fragmentación que no detonaron.

Durante el interrogatorio, Jesús Ernesto López Zatarain “El Yuca” fue complaciente con sus captores y ofreció nombres y ubicaciones de los sicarios que durante estos últimos meses han estado participando en la guerra en contra de las células criminales de Ismael “El Mayo” Zambada por el control de la plaza del narcomenudeo en La Paz y Los Cabos.

El delincuente solicitó el retiro de los agentes de la Policía Estatal Preventiva a cargo del comisario Francisco Javier Camacho Manríquez, y de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de La Paz a cargo de Manuel Arce Delgadillo.

Cuando intrigados los captores le preguntaron al pistolero, por qué no quería que estuvieran presentes, respondió que “muchos de ellos estaban metidos en el negocio”, inclusive, estaban limpiando la plaza a favor de Los Dámaso y de El 28, tal como el policía estatal preventivo, César David Contreras Ibarra, y quien por órdenes de El Cochi frecuentemente “tumbaba” narcomenudistas del otro bando e, inclusive, a bordo de una camioneta particular blanca tipo Ram, iba junto con un policía municipal de La Paz y algunos ratas y pegaban y asaltaban en algunos negocios de Los Cabos para calentar la plaza a favor de Los Dámaso, y quien lo hacía con el consentimiento de Camacho y un superior de apellido Parra”.

Reveló haber sido contratado por un sujeto que identificó como “El Panchito”, y quien en las últimas semanas, va y viene al estado de Sinaloa en la búsqueda de sicarios para pelear la plaza del narcomenudeo.

“Así fue como me encontró a mí”, dijo el pistolero, y quien relató que recibía 7 mil pesos quincenales como sueldo por levantar, torturar, ejecutar y hacer la guerra a los contrarios –así lo dijo— de las Fuerzas Especiales de “Los Dámaso”.

El sicario dijo estar al servicio de la célula criminal del “Navigator”, y quien fue el único que logró fugarse esa noche del enfrentamiento, cuando intencionalmente lo cubrieron para que pudiera escapar y no cayera en manos de la policías y los soldados.

Confesó que esa noche levantarían a un grupo de pistoleros que –según él— venían a reforzar las actividades criminales de “El Compadrón”, y los cuales tenían conocimiento venían a bordo del barco “California Star”, provenientes de Topolobampo, Sinaloa.

El pistolero dijo pertenecer a las Fuerzas Especiales de “Los Dámaso”, y reconoció que había una pugna interna entre dos de los cabecillas, a quienes identificó como José Francisco Ojeda Torres “El Pepillo” y Felipe Eduardo Guajardo García “El 28”, y los cuales hasta la plaza del Cereso de La Paz se estaban peleando por el negocio de la droga y las extorsiones con familiares de reos, teniendo como su gente de confianza a Simón Guillermo Hernández Peña “El Simón” o “El Sepultero” y Jesús Alberto Cabanillas Guerrero “El Papi”, quienes golpeaban, secuestraban y presionaban a internos del fuero común, en complicidad con custodios, y a la postre, lograban cobrar jugosas extorsiones a los parientes de los presidiarios hasta en pagos, cuando no tenían mucho dinero.
El saldo de Guerra
Después de casi 8 meses de la narcoguerra que libran tres células criminales en La Paz y dos en Los Cabos, el saldo hasta este momento es grave, porque independientemente del número de muertos, heridos y desaparecidos, el gobierno de Estados Unidos emitió en diciembre pasado una alerta y donde recomienda a sus connacionales no viajar hacia el estado de Baja California Sur, porque “no es seguro”.

Los números –según un recuento de datos elaborado son los siguientes:

1.- 77 muertos, del 31 de junio al 12 de marzo –justo al cierre de esta edición— entre La Paz y Los Cabos. De esta cifra general, 53 personas fueron asesinadas en el 2014 y 17 en lo que va de 2015 en La Paz, mientras 7 más fueron ejecutadas en San José del Cabo y Cabo San Lucas.

2.- Aun cuando en La Paz, el número de heridos rebasa 50 en esta narcoguerra, en Los Cabos, solo se han presentado 2 personas heridas por arma de fuego.

3.- El número de desaparecidos va en aumento pues a la fecha –según registros policiales—17 fueron privadas de su libertad, y no volvió a saber de ellas. De este número, 10 desaparecieron del año 2010 al 2014, y 7 no han aparecido en el 2015, de las 10 que fueron levantadas por grupos criminales.

El caso más representativo es el del hijo del dueño del negocio denominado “Carnitas Abraham”, Luis Alberto Martínez Cosío “El Luis”, y quien fue privado de su libertad el pasado 11 de febrero en el comercio localizado en el vado de Santa Rosa en San José del Cabo, Baja California Sur.

Después del levantón, y tras 8 días de estar desaparecido, el joven regresó a su casa el pasado 19 de febrero, sin embargo, no dio aviso formal a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) hasta que fue detenido en un reten de la carretera Transpeninsular de La Paz a Cabo San Lucas, y trasladado a los separos.

La PGJE abrió una investigación sobre el caso, y tras rendir su declaración la pareja sentimental de la víctima identificada como Alejandra Abril Armenta Cervantes, de 22 años y originaria de Los Mochis, Sinaloa, se descubrió que presuntamente estaba lavando dinero para grupos criminales.

La novia –quien reconoció dedicarse a la prostitución— admitió que “había escuchado conversaciones de que su pareja andaba lavando dinero para el Cártel de los Beltrán Leyva, y quien incluso de manera exprés compró una casa para llevársela a vivir y solo estaban esperando los muebles que llegarían de Guadalajara, Jalisco e incluso adquirió recientemente una camioneta Raptor y un automóvil Camaro, último modelo”.

Durante el interrogatorio, la joven reconoció que “con el dinero que ganaba del negocio de las carnitas era prácticamente imposible que su pareja pudiera llevar el rol de lujos y de placer que tenía, y quien, inclusive –antes de ser levantado—, había amarrado una apuesta de 500 mil pesos de su caballo La Alacrana con el de “El Vampiro”, a quien identificó como José Manuel Ruíz Márquez, el dueño del negocio El Patriota.

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