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Martes, 01 Julio 2014 18:13

Siempre presumió su compadrazgo con “El Sheriff” Alcaraz; El Pinto, otro narquillo al que se le acaba la suerte

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La última semana de abril, un supuesto grupo fuereño cazó a Ramón Meza Paz, un reconocido individuo en las colonias La Foresta, Bobadilla y de todo El Pitillal. Fue el tercer levantón sabido en los últimos años. El primero de mayo, su cuerpo fue hallado entre hojarascas y con la cabeza metida en un cercado de mallas, donde la avenida México hace cruce con la calle Mangle. Había sido torturado, presentaba un fuerte golpe en la cabeza. Lo mataron con una soga en el cuello, reportó el médico legista.

 

 

Por Gerardo Sandoval Ortiz

Ramón Meza era mejor conocido como “El Pinto”. En los años recientes gustaba hacer gala de influencias y presumía gastaba gastar dinero. Entre sus invitados se dejaban ver personajes de mundo de la “maña” siempre presumió dos compadrazgos. Uno, Aurelio “el sheriff” Alcaraz, y dos, Miguel López Velasco.

Vivió en la calle Pablo Franco de la colonia La Floresta, aunque frecuentaba la casa de su cuñada por la calle Veracruz. Fue en este sitio, donde dos veces lo levantaron, una vez pudo escapar pero en la tercera, perdió.

A principios de noviembre de 2009, poco antes de las ocho de la mañana un comando de al menos tres camionetas de lujo abordaron a “el pinto” cuando se disponía abrir la portezuela de su vocho verde estacionado sobre la calle Veracruz. A unas casas estaba la vivienda de su cuñada. En ese sitio hallaron una pistola calibre 45, cuya procedencia y dueño nunca se aclaró. Lo subieron a una camioneta Dodge y arrancó el convoy sobre la misma calle hacia el sur. Per antes de llegar al Real del Oro una patrulla los tuvo a la vista y se inició una persecución sobre las calles de La Bobadilla, La Floresta, Morelos y Pavón. La peliculezca persecución culminó en las faldas de un lomerío de la colonia Vista Dorada. Los tripulantes de la camioneta huyeron entre la maleza y dejaron abandonada a su presa. “Me querían matar” fueron sus primeras palabras. Luego fue llevado al Hospital Regional, ubicado en ese mismo sector de El Pitillal. La lesión mas grave fue un cachazo en el rostro.

VIDA DISIMULADA

Ramón Meza “el pinto” llevó una vida nada disimulada. Con el respaldo y protección de su compadre José Aurelio “el sheriff” Alcaraz Ruiz se dio a conocer como “jefe de la plaza” en La Floresta. Hizo de un tendajón de la calle Veracruz su centro de operaciones. Sus clientes sabían que ese era su punto de venta.

Pero llegaron tiempos difíciles y con los reacomodos a “el pinto”, también lo alcanzó la mala suerte. Fue a uno de los primeros que recibió la advertencia de que dejara de vender drogas.

El levantón de noviembre del 2009 fue un aviso serio. Al mismo tiempo, su compadre “el sheriff” y hermanos recibían las primeras amenazas. Pero todos hicieron caso a medias. No sería hasta después de agosto del 2010, cuando las ejecuciones, secuestros y levantones a miembros de la familia Alcaraz que “el pinto” tomó las cosas con mayor seriedad.

Frente al supermercadito de la entrada a La Desembocada mataron a su compadre “el sheriff”  supo que ya no tendría protección. Se dejó de ver en  la colonia por un tiempo y temporalmente abandonó el negocio de la venta de drogas.

EL OPC PIRATA

De sus últimas actividades, se sabe que consiguió trabajo en una agencia de viajes. Se vinculó con opicis y vendedores de servicios turísticos de todo tipo. Nació la sospecha de ser proveedor de drogas a consumidores ligados a la industria turística, aunque de ello no existen evidencias claras. Sus amigos niegan tajante esta historia.

Pero “el pinto” ya estaba marcado. Sus ligas con antiguos personajes vinculados al hampa nunca se borraron. Abundan testimonios de que había regresado al negocio de la venta de enervantes. Se dio el gusto de organizar una que otra fiesta con banda y buen alcohol. A ojos de todos, esa fue la mayor evidencia de regresar a su vieja actividad.

Nunca dejó su casa de la calle Pablo Franco y siempre frecuentó las mismas viviendas. Le tenía aprecio a su vocho verde del que alguna vez presumió “no lo cambio por nada”.

No se sabe quién, se presume que grupos fuereños, pero fueron por él y el último fin de semana de abril pasado lo cazaron por la calle Veracruz, su zona de influencia. Lo mantuvieron en cautiverio por cuatro días, con largas sesiones de tortura todos los días. Ya muerto arrojaron su cuerpo en la cerca de alambre en las inmediaciones del rastro. Estaba semidesnudo, vestido solo con un short bermudas. No hallaron documentos, pero los primeros policías que acudieron al sitio lo identificaron desde el principio como “el pinto” de La Floresta. Entre la gendarmería local era bastante conocido.

Pudo escapar de dos levantones, en una ocasión ayudado por amigos y familiares de uno de sus compadres. Pero la suerte se le acabó y en la tercera apuesta perdió.

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