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Viernes, 28 Marzo 2014 22:23

En abril sale a la venta el libro que va a sacudir al tiempo compartido Destacado

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Por Jorge Olmos

La debilidad es un impulso intrínseco en todos los seres humanos, algunos las tienen por gustos, otros por aficiones, conductas, artículos, muebles, autos, casas y… también por mujeres y hombres ajenos; es el paso consumado de los pecados capitales y en el caso que nos ocupa, la perdición de aquéllos que entraron al mundo del “tiempo compartido” y de cuyas garras no se libraron jamás.


 

La industria del tiempo compartido en México genera cientos de millones de dólares al sector turístico y son muchas las empresas que están en los primeros lugares del ranking en ventas, como son las de Puerto Vallarta, aunque realmente se pueden contar con los dedos las compañías realmente exitosas, como Mayan Palace, Villas del Palmar, Velas Vallarta, etc.

Sin embargo, pocos pueden imaginarse que el producto del éxito de las firmas hoteleras del tiempo compartido se debe a todo un ejército de vendedores, entre OPCS, linners y closets, que son los que hacen el primer contacto con parejas de turistas nacionales y extranjeros, los promotores, los que convencen y lo que cierran los contratos.

El mundillo de los OPCS no goza de buena reputación, de ellos se dicen muchas cosas, que tras de su aparente éxito se esconden vicios, rivalidades, mentiras, vida loca y muchos, pero muchos escándalos.

Aquí es donde entra precisamente el relato de Androit Ava Martí, un trabajo que desnuda a hombres y mujeres que se dejaron seducir por el poderoso ambiente del llamado “timeshare” y que terminaron en el callejón de los recuerdos tristes, pues la mayoría construyó un destino de naipes que al primer soplo de aire se derrumbó.

Todos y todas cayeron víctimas de sus propios excesos, como la golosa Didí que irrumpe en una sala de juntas para implorar que le hagan el amor. Si el amante en turno no quiere, ruega al amigo del novio para que la complazca.

O el adicto Riva, que cambiaba de humor según las exigencias de polvo blanco en su roja nariz. El necesitaba la droga y el sexo para sentirse pleno y poderoso entre sus jefes y compañeros.

O como Guido Lira, un muchacho surgido de los barrios más pobres y que gracias a las ventas del tiempo compartido llegó a la cima, a la Dirección de una empresa, en donde sólo valían los falsos valores, el lujo, el poder y el dominio sobre los demás

La información de Androit Ava Martí es rica en detalles y nos traslada al momento exacto en que sucedieron las “debilidades” de los protagonistas. Un escrito que seguramente lo absorberá de principio a fin; de palabra en palabra, de párrafo en párrafo y de capítulo en capítulo.

Es una delicia y un alimento para el morbo, por ejemplo, enterarse cómo una exitosa mujer terminó muerta de los celos y del coraje al saber que su esposo se acostaba en plena orgía con el grupo cachondo de la sala de ventas, bautizadas como “el grupo explosivo”.

Annie es otra dama del caliente mundo de las salas de ventas, ella permitía todo con tal de mantener a su lado a su novio Thimmy, hasta ir a un motel para hacer un trío, un cuarteto y hasta un acto lésbico.

De todo hay en las historias de Ava Marti, como en botica, y entre los más perversos está Chelsy, un gigoló perverso que se llevaba a las vendedoras a su recámara para hacerlas gozar y el que gozaba más era su amigo Menny, que se ocultaba en un clóset en común acuerdo con Chelsy para ver cómo éste penetraba a las muchachas que caían, gustosas, en su juego.

Todos los personajes son reales, por sus nombres los conoceréis, y aunque la autora se cuidó en utilizar seudónimos, los que viven en este submundo sabrán quién es quién.

A continuación, reproducimos unos fragmentos con la autorización del autor:

LA PIÑATA                                                  

¡Dale!, ¡dale!, ¡dale!, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino… el camino ya estaba más que perdido y solo se andaba a tientas, no importaba el rumbo y solo importaba tener “eso” que hacía tanta falta y que muchas veces se obtenía con dinero. Y si este no había, pues se pagaba con sexo. Se pagaba a cualquiera, fuese hombre o fuese mujer, el chiste era que trajera marmaja, nieve, colitas verdes y azulitas. El medio para obtener cualquiera de ellas era lo de menos. Como se dice, “el fin justifica los medios”.

Y a estas alturas se dejaba llevar como perrito con correa a donde el amo, don vicio, condujera. Y en cuanto veía el tesoro empezaba a mover la colita cual perrito agradecido.

Ahora estaba en medio de una sala con todos aplaudiendo. Está en medio con un pañuelo en los ojos y un palo en las manos dándole duro a una piñata. El pañuelo mal atado a la cara permitió tener un poco de visión y observar a los presentes que lucían, ávidos, ansiosos y desesperados el momento que tronara esa piñata, pues el contenido era algo más valioso que un caramelo.

Esta no era una piñata cualquiera, su contenido eran paquetitos blancos, verdes y azules. Era todo un festín, y qué decir de las comidas, un gran banquete, pero claro el ansiado postre… ¡sí!... un postre de chocolate ¡brownies!, sí, muchos brownies integrales y hechos de puras semillas especiales, para paladares exigentes, los cuales, a los pocos minutos de consumirlos, se empezaban a sentir los efectos, después todo era bonito, fácil y excitante.

LA FIESTA

Era por todos sabido que a  estas fiestas… taaan especiales… de Roy Kali, no cualquiera entraba. Yo fui con una invitación especial por Lory  Zalow y lo hice por atención, pues ella me apoyó cuando ingresé a este club vacacional. Independiente a los vicios, era una chica muy agradable  y era de la confianza de Roy.                                                       

Mi presencia en la fiesta fue un gran error, pues no podía ocultar mi sorpresa por todo lo que veía y con mucho cuidado me cuidé de lo que comía  y bebía.  Fue una sorpresa que provocó risa a Lori cuando se quebró la piñata y un paquetito blanco cayó en mi pecho…

--Pelee tremendos ojos como si fuese un bicho, pero  Lori metió mano y lo tomó cual valioso caramelo—

Después comprendí por qué Roy Kali me miró con desapruebo en el momento que Lori y yo entramos al lugar. Y cómo  demostró alegría cuando me retiré, pues lo que siguió después fue como en Las Vegas…   “en Las Vegas se quedó”.

Bastó ver a Lori al día siguiente con una cara de entre desvelo y satisfacción que no podía ocultar. Y menos con los moretones en el cuello y en el escote de su blusa  y los cuales procuró cubrir con una mascada.

THIMMY Y ANNIE

 

Hábilmente Annie le sacó un compromiso para casarse y aunque Thimmy no quiso ni traer su acta de nacimiento, solo Annie sabe cómo le hizo para casarse solo a la iglesia y se dice que más adelante se casaron en un viaje relámpago. 

 

Cada día que pasaba Thimmy descuidaba sexualmente a Annie. Ella se quejaba con sus compañeras y una ocasión comento un penoso incidente. 

 

Ambos se fueron a la cama, Annie trató de intimar pero Thimmy le dio la espalda fingiendo dormir. No le quedó más que tratar de dormir y cuando apenas empezaba a conciliar el sueño y se quedó quieta, Thimmy pensó que estaba dormida y él se levantó y se dirigió a la sala. Annie esperó un momento considerable a que regresara, pero no lo hizo, por lo que decidió ir a ver y grande fue su sorpresa: ¡Thimmy estaba frente al televisor viendo pornografía a la vez que se masturbaba! Annie explotó gritando y reclamándole cómo era posible que prefiriera sexo solitario teniéndola a ella a un lado.

 

Cínicamente Thimmy aceptó que el disfrutaba hacerlo y que cuando no podía dormir eso lo relajaba bastante. Él se puso de pie y se dirigió hacia ella abrazándola y diciéndole tiernamente.

 

  • Hooney, no lo tomes a mal, claro que tú me encantas, contigo tengo  mucho placer,  esto solo es raro—

     

    Claro que era raro  y  Annie estaba loca por él y aceptó la excusa de Thimmy. El amor la cegaba, pero Ada ya había comentado que en un show travesti Thimmy aplaudía a “las chicas” con mucho placer.

     

  • Este cuate es gay. Y mira si se los digo yo—

     

    A voces se creía que Ada era lesbiana y entre gays se sabían detectar fácilmente.

     

    Pero no hay más ciego que el que no quiere ver.

     

    --En su afán de salvar su matrimonio Annie aceptó lo que Thimmy  le pedía. Una sola sugerencia era como una orden para Annie, la cual se desvivía en complacer.

     

    Otro gusto fue el de probar estimuladores como éxtasis y todo esto la arrastró hasta complacerlo en lo más bajo.

     

    Un día llegó muy alterada, y llorando confesó algo para nosotros muy inusual. Thimmy la invitó a pasar una noche muy especial y única, que la  había planeado con todo el afán de darle placer y novedad a su relación. Annie aceptó gustosamente.

     

    La llevó a un motel y pidió una habitación con jacuzzi. Ordenó bebidas y pidió que enviaran la sorpresa. ¡Sorpresa la que se llevó Annie! pues llegaron un atractivo hombre y una bonita mujer, vestidos con ropa de piel negra y muy sensual. Ante la cara de Annie, Thimmy la abrazó por la espalda besándole el cuello y acariciándole los senos, a la vez que la decía al oído.

     

  • Relájate Darling, te garantizo que lo vas a disfrutar, solo déjate llevar--

     

    La mujer se dirigió a Annie, la tomó de la mano y la llevó al centro de la habitación, le tomó el cabello y empezó a jugar con él y poco a poco empezó a tocarle los hombros, rozándole con las yemas de los dedos. Annie seguía sin moverse, pero no la rechazó, lo cual la mujer lo tomó como permiso y continuó con su juego de caricias, hizo a un lado los tirantes del vestido miniatura de Annie, dejando que este callera al suelo para dejarla en puras tangas, ya que no traía brassier. La mujer con un descaro se inclinó para besarle los senos y a lamerle los pezones que de inmediato se endurecieron provocándole una sensación en la entrepierna. Thimmy observaba desde un sillón con una bebida en la mano. Daba sorbos lentos a la vez que se mordía el labio inferior. Thimmy  se acariciaba el pene por encima del pantalón y lanzaba una mirada al hombre que permanecía parado a un lado de él… (Continuará)

 




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