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Jueves, 17 Agosto 2023 23:48

El asalto a Paralelo 20, 650 de AM, los implicados y la distorsión de la radio social Destacado

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Por Jorge Olmos Contreras

Oriundo de Sonora, el periodista Carlos Martínez Macías presumió ser el primer comunicador del país en conseguir una concesión de radio para uso social y se puso como objetivo instalar la radiodifusora en Puerto Vallarta, lo cual logró en la frecuencia del 650 de Amplitud Modulada (AM), por lo que invitó a varios reporteros a sumarse al proyecto y en febrero de este año ya estaba al aire la nueva estación con oficinas en el edificio de la Unidad Administrativa Municipal en la colonia Portales.

Se aplaudió y reconoció el esfuerzo a Carlos Martínez, ya que durante tres años luchó, fue y vino a la Ciudad de México hasta que por fin obtuvo la ansiada concesión. “El sueño de mi vida”, comentó durante la inauguración, donde con una falsa modestia aseguró que la radio no la consiguió para él en lo particular, sino para el gremio periodístico de Puerto Vallarta.

Sin embargo, a los pocos días de que Paralelo 20 saliera al aire, Carlos Martínez se olvidó de que no se puede lucrar con una estación de radio comunitaria o social e ideó un plan para presionar a empresarios del sector turístico –hoteleros, la mayoría de ellos—y tratar de obtener de cada uno de ellos, patrocinios de 30 mil pesos mensuales como tarifa mínima... “de ahí para arriba”, nos dijo a quienes formamos parte del proyecto original.

También deslizó que ya tenía resuelto el tema con los gobiernos municipales, no solo de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas, sino también de toda la región costa norte y los que conforman el 05 Distrito Electoral de Jalisco, ya que había invitado a colaborar a la periodista y locutora, Susana Mendoza Carreño.

LA PUBLICISTA

Cuando los colaboradores de Paralelo 20 levantaron las cejas al escuchar el nombre de Susana Carreño, Carlos Martínez de inmediato reaccionó y aclaró que ella, Susana, solo vendería publicidad, que no se iba a meter ni en cabina ni en la línea editorial de la estación, que no nos preocupáramos, que la señora iba a apoyar de lejecitos.

Al arrancar operaciones la nueva estación, Carlos Martínez se dio cuenta inmediata de que Susana Carreño lo había abandonado, que no le ayudaría en lo más mínimo como se lo prometió, y no le consiguió un solo contrato o convenio de publicidad con ningún Ayuntamiento.

Los problemas se vinieron en cascada, la lista de unos 30 empresarios (a muchos de ellos ni siquiera los invitó a la inauguración) que tenía en la mira para patrocinar los programas de la radio, se cayó, a nadie le interesó meterle dinero a patrocinios de unos cuantos segundos en donde está prohibido vender o promocionar cualquier producto, bien o servicio.

MAX LOMELÍ, EL MONSTRUO DE MIL TENTÁCULOS

Desesperado porque la falta de liquidez era y es evidente, Martínez Macías decidió revelar que su socio en la radiodifusora era el abogado Maximiliano Lomelí Cisneros, quien aparentemente le inyectó varios millones de pesos al proyecto. Y como no había ingresos, más que de un solo patrocinador (cuyo monto no alcanza para pagar la nómina), Max Lomelí comenzó a exigirle resultados a su amigo Carlos, mientras que los empleados le pedían seriedad y que pagara las quincenas puntuales y completas.

Una noche nos llamó por teléfono para decirnos que ya no aguantaba a Max Lomelí, que Max era un monstruo de mil tentáculos, una araña que quería quitarse de encima; sobre todo porque Max comenzó a chantajear a Carlos, le decía que ya no le iba a meter un solo peso a la estación a menos que aceptara ciertas condiciones.

LAS CONDICIONES

Y aquí fue donde la puerca torció el rabo, ya que las condiciones que Max Lomelí le propuso a Carlos Martínez fueron que le cediera el 50 por ciento de las acciones de la nueva estación. No solo eso, sino que tendría que aceptar como directora a su amiga Susana Carreño (hace unos años, los dos, Max y Susana, fueron candidatos por el PRD, uno para alcalde y la otra para diputada local, pero con resultados negativos), a quien Max le regalaría el 25 por ciento de las acciones de Paralelo 20.

Carlos Martínez nos volvió a llamar solo para avisarnos que Max Lomelí hablaba muy mal de Jorge Olmos, que cómo me había dado la dirección de la estación, que me exigiera cosas extra periodísticas (perdón por hablar en primera persona), etc., etc., por lo que el periodista sonorense –según él presionado por las circunstancias--nos propuso “pausarnos” dos meses “porque ya no podía pagarme mi trabajo”, y así lo hizo. Desde luego, yo jamás regresaría a la estación, pues lo que hizo Carlos fue una grosería, una falta de respeto y una traición a un amigo.

Sin embargo, le acepté otra llamada y esta fue para decirnos que jamás aceptaría las condiciones de Max Lomelí, que él no quería tener de directora a Susana Carreño, que ya la conocía, que no era sano para la estación tener a esa señora en Paralelo 20.

LA LLEGADA DE OSVALDO GRANADOS

Con los días y ya sin comunicación con el señor Macías, nos enteramos que Carlos cedió a las presiones de Max Lomelí y aceptó (de una forma ruin y cobarde) que le impusieran en la dirección de Paralelo 20 al nefasto locutor Osvaldo Granados (conocido en el gremio por su afición a meterse a estaciones de radio para hablar mal de sus compañeros y hacerlos correr, despedir, como sucedió en Radio Pirata, donde logró que la empresa le diera las gracias al periodista Iván Suárez Jaramillo, hoy corresponsal de Televisa), quien, aunque lo niegue la señora, llegó como avanzada de Susana Carreño.

En este contexto, Susana Carreño (no puede fingir demencia o afirmar que es falso) utilizó la plataforma de sus principales amigos y allegados incrustados en la llamada Red Periodística Puerto Vallarta (una asociación que nació para dignificar el oficio periodístico ante la sociedad, pero que hace lo contrario) para meterlos con calzador a la nueva estación de radio, sin importarle que despidieran injustificadamente y con amenazas de que se iban a enfrentar con Max Lomelí, a varios de los trabajadores de Paralelo 20, entre otros a Cinthya, a Mauricio, a Alan, Yamil, a Estefanía Mere y a Angelica Carmona y su colaborador Arturo.

Así las cosas, por influencias de la señora Carreño, entraron a Paralelo 20 Osvaldo Granados en la dirección; Miguel Ángel Ocaña (presidente además de la Asociación de Periodistas) en lugar de Alan Yamil y Alberto García (que ya se había jubilado de los medios) en el sitio de Angélica Carmona; mientras que a la reportera Brenda Montiel le quitaron la conducción de noticias por instrucciones del mismísimo Osvaldo.

LOS COBARDES

Cobardes y sin dar la cara, Carlos, Max y Susana enviaron a Osvaldo Granados a que corriera –de una forma grosera, prepotente y amenazante—a los reporteros y empleados de la radio, a quienes todavía advirtió que “se la pensaran” (por si querían demandar), porque Max era un abogado muy poderoso, que no se imaginaban lo que significaba enfrentarse con el otrora aviador de la Universidad de Guadalajara.

Los reporteros recordaron aquél dicho que dice que perro que ladra no muerde, y claro que por supuesto interpusieron sendas demandas de carácter laboral federal (por tratarse de una concesión de radio) para exigir que Carlos Martínez Macías y sus secuaces les paguen lo que por ley les corresponde.

La noche del miércoles, el periodista Gerardo Sandoval Ortiz escribió en las redes sociales y en www.contralinea.net algo de esta historia, donde de inmediato Susana Carreño quiso lavarse las manos y actuó igual que Pilatos; además aseveró que tanto Max Lomelí como Carlos Martínez la invitaron a Paralelo 20 pero que no aceptó, que ella tiene su compromiso con Radio Universidad.

Pero antes evidenció el poder que tiene sobre la nueva estación de radio, ya que del lunes 07 de agosto en el programa “El Aquelarre” (el nombrecito les quedó como anillo al dedo), que conduce su títere Osvaldo Granados, y donde ella afirmó que “solo fue invitada”, se apoderó de los micrófonos para dirigir una entrevista con Manuel Romo, el dirigente del MC en Jalisco, a quien por cierto le dieron un trato nada cordial, muy agresivo para un invitado que cambió su agenda y aceptó acudir a la radio porque le dijeron que era el primer programa de Osvaldo. Nunca le mencionaron ni a él ni a su equipo de medios que ahí estaría la Carreño.

LA IMAGEN DE LA RED PERIODÍSTICA

Pero bueno, para quienes preguntan en qué lugar queda la mentada Red y Asociación de Periodistas después de haber sido utilizada por Susana Carreño para perjudicar a otros compañeros, desplazarlos y asaltar de una forma vulgar y gandalla una estación de radio de uso social –donde distorsionan su objetivo, pues ahora lucran con la concesión federal (ya obtuvieron un contrato de 100 mil pesos mensuales de un gobierno municipal, pero de eso hablaremos en otro artículo) --, se lo dejamos a su libre albedrío.

Y si nos preguntan si estamos enojados, sí, estamos molestos, muy molestos porque no se vale que pisoteen los derechos de los compañeros de la radio, de ningún medio, y de ninguna empresa.

Carlos Martínez no va a tener cara para venir a Puerto Vallarta después de lo que hizo y de cómo permitió dejar en manos su concesión radiofónica a personajes con una larga cola y tan mala reputación como Max Lomelí.

Pero sobre todas las cosas, cómo Carlos solapa y sigue solapando el maltrato al equipo, a su equipo de reporteros, operadores y comunicadores que le ayudaron a salir al aire en los momentos más críticos de Paralelo 20, 650 de AM.

¿Habrá alguna concepción de gratitud o de amistad en lo que hizo Carlos Martínez?

En Guadalajara lo conocen muy bien, en Vallarta no le conocíamos esa cara.

 

 

 

 

 

 

 

 

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