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Lunes, 18 Agosto 2014 00:51

Mis hijos y Seapal son mi vida: Martina Valenzuela

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Con poco más de veinte años, Martina llega en 1983 a Puerto Vallarta en búsqueda de una nueva oportunidad de vida, lejos del calor de hogar y con su pequeño hijo en brazos, emprende un nuevo camino que sería el comienzo de una gran historia.

 

 

Fue en ese mismo año cuando por invitación de una amiga se acerca a Seapal Vallarta con miles de ilusiones por delante y comienza a laborar como secretaria; pasan los días y por fin llega la anhelada primera quincena, esa que permitiría comprar pañales y leche para su hijo, pero no fue así; para su sorpresa no le pagarían ese día y sencillamente no requerían más de sus servicios.

 

Con una actitud tajante de su jefe directo en turno, Martina no sólo es despedida de su trabajo sino recibe palabras hirientes que dieron directo al corazón. Quién iba a decir que con el paso de los años, aquel licenciado frío y prepotente, acudiría personalmente al sistema para ofrecerle disculpas y reconocer la trayectoria de la actual Jefa del Área de Cajas, sanando así aquellas heridas del alma.

 

Pasan los años y se vuelve a presentar un espacio de trabajo en Seapal Vallarta, Valenzuela Caro, decide desafiar su destino y acude a entrevista, siendo contratada esa misma tarde de enero de 1985, un día histórico para ella, puesto que desde entonces ha formado parte de una institución que la ha visto crecer personal y profesionalmente.

 

Posteriormente, Martina conoce dentro del organismo a Jesús Guadalupe García, quien se convertiría en su compañero de vida con quien formó una hermosa familia, educando a sus tres hijos Germán (31 años), Edgar Daniel (25 años) y Nora Guadalupe (21 años) bajo el valor de la honestidad y el trabajo responsable, además de sentirse orgullosa de poder ofrecerles una vida digna como siempre lo había anhelado.

 

Con lágrimas en los ojos Martina reconoce que ha tenido que pasar por situaciones difíciles para llegar hasta el día de hoy, pero todo ese esfuerzo ha traído grandes satisfacciones como es el trabajar en la actual administración del sistema sintiéndose por primera vez valorada.

 

“Nadie le había tomado importancia a lo que yo hago, hasta que llegó el Lic. César Abarca, porque he pasado sexenios y sexenios y todos los directores me han visto trabajar hasta tarde pero lo único que me decían era que me harían un cuartito para que me durmiera ahí en la oficina en lugar de preguntar qué es lo que hacía; con el Lic. César fue muy distinto, cuando llegó, el bajó, se metió a la oficina, me preguntó qué tanto hacía, qué porqué me quedaban tan tarde, que siempre va y regresa y yo sigo aquí; le contesté que hacía mi trabajo, él se preocupó por mí y mejoró mis condiciones laborales, él no lo sabe pero se ha ganado un lugar muy especial en mi corazón, ha demostrado ser un gran ser humano” manifestó.

 

En este sentido, esta gran mujer de trabajo, constancia y carácter, agradeció el apoyo de su jefe inmediato el Lic. Carlos Patiño quien –dijo- ha puesto todo su empeño en que se haga un buen equipo de trabajo, estando siempre al pendiente de ella y de sus compañeros de área.

 

“Hemos hecho una familia, me siento muy bien con el Lic. Patiño porque él ha manifestado mucha preocupación en mi enfermedad de la diabetes, el me cuida mucho y eso hace que yo lo vea como un hijo porque es de la edad de mi muchacho el más grande, quizá no se lo demuestro pero él me provoca muchos sentimientos bonitos” expresó.

 

Así es como María Martina Valenzuela Caro, ha hecho realidad su “mejor anhelo” ese que pasmó en una hojita de papel una mañana solitaria de 1983 y que hoy conserva como su mayor tesoro, aquel que le recuerda que con lucha y esfuerzo los sueños si se pueden hacer realidad y por eso hoy afirma que sus hijos y Seapal son su vida.

 

“Mi mejor anhelo, es llegar a ser una buena secretaria, muy eficiente y eficaz en el trabajo, y poder darle a mi hijo, todo lo que creo yo que el necesita de mí y también para tener la facilidad de poder darle un hogar que el merece; al igual que todos los que los necesita”. Martina Valenzuela Caro, 1983.

 

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